miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cuando Una espina ayuda

Cuando una espina ayuda
Veo algo que me llama la atención ,
en un arbusto de los campos abiertos,
en la India calurosa de los húmedos monzones.
Me acerco cuidadoso a examinar la la sorpresa,
y pronto reconozco la reliquia inconfundible,
de la vida renovada cada primavera,
al crecer los cuerpos,
con el vigor de juventud y fuerza.
Allí, colgando de una espina alta,
está la camisa recién abandonada
de una serpiente.
De una pieza, fina y transparente
como un velo de novia.
La desengancho y la admiro en mis manos,
y pienso en la serpiente que dejo su envoltura
para poder crecer.




Es cómodo tener el traje hecho a la medida, por la naturaleza misma, es corte preciso, La serpiente se precia de él con justificado orgullo. Quizá se aficiona también al traje piensa que con él no va a tener problemas de vestir ya por el resto de su vida.Pero el cuerpo crece, y el traje queda estrecho. Resulta incomodo. No puede ya albergar al maduro reptil. Hay que deshacerse de él.
No es fácil la tarea. Da pereza el cambio. Incluso nos dicen que hay peligro mientras que el reptil permanece indefenso al cambiar de ropa. Pero la vida llama, y el momento llega.
La serpiente otea el horizonte, escoge un espino, engancha la punta de su vestido y se va escurriendo, curva a curva, dejando detrás el vestido inútil , y emergido con el brillo del nuevo traje recién estrenado. Tras varios esfuerzos queda libre de todo, se lanza al camino con el desahogo amplio del cuerpo crecido. Ya no le cabía en la antigua funda. Para crecer hay que cambiar de piel. Aunque cueste un poquillo.
Ando mirando al rededor para ver una espina que me sirva. Quiero colgar de ella la camisa que me queda corta.
No me deja crecer. Me vino muy bien en su tiempo, pero he crecido, y ya no encajo en sus costuras al punto de reventar. Le tenia cariño y me gustaba, Me da pena dejarla. Me acompaño mucho tiempo. Mi pasado, mis costumbres, mis maneras de ver y mis modos de juzgar, mis aversiones y mis devociones mi imagen y mi historia. Todo era muy cómodo, pero si quiero crecer , he de dejarlo. Si permanezco aprisionado en la primera piel no se desarrollarán mis miembros ni se abrirá mi mente. He de pasar por el ritual de decondicionamiento, para seguir viviendo. Hay que cambiar de piel del alma para que crezca en plenitud que ha de ser suya. Hay que encontrar la espina y engancharse y tirar. Es penoso, pero necesario. La serpiente lo sabe.

Acaricio en mis manos la piel abandonada.
Pienso en la serpiente, ya lejana,
que tuvo el valor de dejarla.
Bello tejido de escamas iguales,
Bello, pero ya superado,
La experiencia me anima a seguir el ejemplo.
Voy a cambiar de piel.
 Tomado del libro: Y la mariposa dijo by Carlos G, Valles

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